Tras hablar sobre las reglas 1 a 5 para un buen diseño de cuadros mando, avanzamos en las mismas y os contamos aquí las siguientes 5, las reglas 6 a 10, que nos van a acercar más al objetivo de realizar dashboards perfectos.
Tras hablar sobre las reglas 1 a 5 para un buen diseño de cuadros mando, avanzamos en las mismas y os contamos aquí las siguientes 5, las reglas 6 a 10, que nos van a acercar más al objetivo de realizar dashboards perfectos.
No toda la información que presentamos en un dashboard tiene la misma importancia, por lo que hay que asegurarse que el usuario va a poder localizar con facilidad la más importante.
No solamente leemos de arriba abajo y de izquierda a derecha, sino que también usamos este orden para recorrer un espacio de visualización. Por tanto, el primer lugar donde un usuario pone su atención en un cuadro de mando es en la esquina superior izquierda y, desde esa posición, vamos recorriendo la pantalla hacia el final de la línea, pasamos a la línea siguiente y repetimos el proceso hasta haber visto la pantalla completa.
Además, un cuadro de mando cuenta una historia. Y, al igual que cuando leemos una historia, el orden en que la leemos debe ser coherente con el hilo narrativo.
Algunas consecuencias de aplicar esta regla son:
“Ser claro” significa que un usuario, cuando mira un cuadro de mando, debe entender todo fácilmente y sin esfuerzo.
El usuario no debe interpretar nada y, cuando mira un objeto (KPI, gráfica, tabla), no debe pensar qué significa.
Algunos errores que se comenten y que hay que evitar:
Ejemplo de gráfica donut con pocos valores, título y leyenda
Casi siempre, todas las gráficas han tener el comienzo de su eje Y en cero. Para no hacerlo así, debe haber una muy buena razón. Esto es porque nuestro cerebro está acostumbrado a analizar números y escalas empezando desde 0.
Un error al que se puede ser inducido si la gráfica no empieza por cero, es el de percibir como un cambio grande, algo que en realidad no lo es. Por ejemplo, si tenemos una gráfica que muestra las ventas por mes, y la escala del eje Y va de 20.000 a 30.000. Si un mes vendimos 20.000 y al siguiente 25.000, hay una variación que, visualmente, supone un 50% en cuanto al cambio de posición en la gráfica entre ambos meses. En cambio, la realidad es que hemos vendido solo un 20% más. Si el eje Y hubiese empezado por 0, nuestro ojo habría percibido correctamente la proporción real del cambio.
Por cierto, este truco se usa mucho en los informativos de televisión, para hacer creer al telespectador que las variaciones en los datos son más grandes de lo que son, ¡prestad atención!
Ejemplo de Gráfica con Y no comenzando en cero
Otro error sería el de perder valores cuyo valor está por debajo del mínimo que hayamos elegido, lo que provocaría que no se mostrase en la gráfica.
Por el contrario, un ejemplo de cuándo si es recomendable que el eje Y no empiece por cero, es cuando queremos resaltar las diferencias entre los valores, estamos seguros que esos valores están siempre dentro de un rango y estas diferencias no se percibirían bien si el eje Y empezase con cero.
En este tipo de representación, es importante evitar los gráficos de tipo barra/columna, ya que el área de visualización de cada barra/columna, nos inducirá subconscientemente a calcular proporciones.
Un cuadro de mando debe poder ser leído de un vistazo. Los números largos requieren de un mayor esfuerzo para ser interpretados, por tanto, siempre que sea posible deberíamos usar iniciales para los miles (K, mil.), millones (M, mill.), miles de millones (MM).
Ejemplo: 346K € en vez de 345.745,82 €.
Lo mismo sucede con los decimales. La regla a aplicar sería “mostrar solamente el número de decimales que realmente aporte un valor significativo al usuario”. Esto sirve tanto para números absolutos como relativos (porcentajes).
Ejemplo: 68% en vez de 68,6%, o éste en vez de 68,56%.
Hay que entender el negocio de nuestro cliente y dejar esto resuelto en las fases iniciales de la toma de requerimientos. Conocer las magnitudes a represar, preguntar si prefieren ver las cifras completas o reducidas con la letra que indica la magnitud, averiguar qué cantidades deben ser representadas con decimales y cuáles no y, las que sí, cuántos decimales han de llevar.
Pero, por defecto, partiendo siempre de la premisa de que “menos es mejor”.
A menos que los requerimientos sean muy claros en sentido contrario, el objetivo general de un dashboard no es tanto el de ser extremadamente preciso, sino el de proveer información (entiendo “información” dentro de la escalera “datos -> información -> conocimiento”).
Ejemplo de varias reglas anteriores
Si queremos mostrar valores significativos, debemos enseñar el valor y su contexto.
Esta es una regla cuya implementación requiere de un considerable esfuerzo.
Imaginemos que tenemos un KPI que nos muestra el valor de las ventas en lo que llevamos de año, digamos 523K €. Si tan solo tenemos esto, sabemos cuanto hemos vendido, pero ¿sabemos si es un buen o un mal valor?
Quizá, si la persona que está usando el cuadro de mando conoce muy bien el negocio, puede tener claro si es un buen o un mal número, en sí mismo y por comparación con cifras de años anteriores o con la previsión que había en la presa.
Pero, de nuevo, recordamos que un dashboard debe cumplir la misión de proveer información al usuario de una manera sencilla. Por tanto, a ese KPI 523K €, si lo acompañamos con el valor del mismo periodo del año anterior, junto con un % que indique cuánto ha variado de un año a otro, junto con el valor del objetivo que teníamos y qué % de ese objetivo se ha cumplido, estamos dotando al usuario de una información muy valiosa, en muy poco espacio y muy fácil de interpretar. Le estamos dando el “contexto” de ese KPI.
No hay que olvidar los colores. Podemos hacer uso de los colores para aportar información sobre el contexto. Un ejemplo típico, siguiendo con el ejemplo anterior, sería el mostrar una cifra y al lado la cifra objetivo (o la cifra del mismo periodo del año anterior). Cuando mostramos la cifra actual podríamos, además, que ésta fuese de color verde si estamos por encima del objetivo (o hemos mejorado respecto al año anterior) y color rojo si es el caso contrario. Cuando hacemos esto en un cuadro de mando, para evitar confusiones, no podemos usar estos colores en otras partes siempre que no estén representando esta funcionalidad.
Por último, también nos podemos ayudar de símbolos, como ↑ ↓ ↔, para facilitar al usuario la interpretación acerca de cómo ha variado una cantidad respecto a otra.
En esta regla, es muy importante nuestro sentido de la estética y dominio de la herramienta con la que trabajamos y los elementos gráficos y opciones que ésta tiene, para elegir en cada momento cuál es la mejor manera de representar mejor los datos.
Ejemplo de KPI con contexto, colores y símbolos
Ejemplo donde 3 decimales sí son importantes
Esperamos que estas nuevas 5 reglas, sumadas a las 5 anteriores que ya publicamos, os permitan mejorar sustancialmente cómo presentáis la información en vuestros cuadros de mando.
Volveremos pronto con el último bloque, las reglas 11 a 15, tras las cuales estaréis perfectamente preparados para crear cuadros de mando con un aspecto completamente profesional. ¡Hasta pronto!